El cultivo de la lechuga se remonta a una antigüedad de 2.500 años, siendo conocida por griegos y romanos. Las primeras lechugas de las que se tiene referencia son las de hoja suelta, aunque las acogolladas eran conocidas en Europa en el siglo XVI.
Durante la fase de crecimiento del cultivo se requieren temperaturas entre 14-18 °c por el día y 5-8°c por la noche, pues la lechuga exige que haya diferencia de temperaturas entre el día y la noche.
Este cultivo soporta peor las temperaturas elevadas que las bajas, ya que como temperatura máxima puede soportar hasta los 30°c y como mínima temperatura de hasta -6°c.
El sistema radicular de la lechuga (raíces) es muy reducido a comparación con la parte aérea, por lo que es muy sensible a la falta de humedad y soporta mal un periodo de sequia, aunque este sea muy breve. La humedad relativa conveniente para la lechuga es del 60 al 80%, aunque en determinados momentos agradece menos del 60%.
Para la cosecha de la lechuga se puede cortar desde la base; temprano en la mañana o en la noche, nunca a pleno sol y guardarla en la nevera. Luego de unos días vuelve a brotar. También se puede ir cortando las hojas más grandes de la parte inferior y dejar que las demás vayan creciendo. Después de un tiempo la lechuga comienza a florecer (espigar) y su sabor se vuelve amargo.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.