Uno de los mayores desafíos ambientales que enfrentamos hoy día es la generación de residuos, su recolección y debida gestión a nivel doméstico, empresarial e industrial. En Colombia, la mayoría de desperdicios que se producen van a parar a los rellenos sanitarios, ríos y mares, lo que propicia, a su vez, el impacto negativo sobre los cuerpos de agua, el suelo, el aire, la fauna, la flora y la salud pública de las ciudades. Concretamente, se dificulta en este panorama nacional la correcta disposición de la materia orgánica presente en los desechos sólidos que, en su procesamiento y biodegradación, genera lixiviados y gases compuestos principalmente por metano y dióxido de carbono.
Ahora bien, los residuos orgánicos que se generan a diario en las viviendas son fácilmente aprovechables al ser transformados por microorganismos y organismos, tales como las lombrices, en material idóneo para abonar las plantas. Lo anterior constituye un principio de la economía circular en el que se fundamenta la transformación de la materia en la naturaleza.
La lombricultura sucede por la observación detallada del proceso natural de la descomposición de materiales orgánicos en el que participan bacterias, otros microorganismos y el sistema digestivo de la lombriz, especialmente de la especie Eisenia foetida, comúnmente llamada lombriz roja californiana. El resultado de este proceso es el humus, que en su forma líquida o sólida es un producto estable en el que se encuentran nutrientes disponibles para las plantas y una inmensa cantidad de microorganismos benéficos que estimulan el desarrollo y la salud de los cultivos.
La lombriz roja californiana (Eisenia foetida) no solo ejerce la transformación digestiva sobre la materia orgánica en cuestión de horas, también participa en la aireación del suelo, ya que al desplazarse va creando galerías que permiten el drenaje de agua y la oxigenación del suelo. Sumado a esto, la lombriz roja californiana se encarga de estabilizar el pH del suelo y de consumir las raíces muertas en descomposición, ayudando en su cicatrización y estimulando la regeneración de las mismas, lo que además evita enfermedades en las plantas causadas por hongos patógenos.
Las lombrices de tierra han sido cercanas al ser humano desde tiempos ancestrales. Sin ir más lejos, en Egipto se creía que la fertilidad de las tierras próximas al valle del río Nilo se debía a la presencia de estos organismos. Las lombrices eran consideradas animales sagrados e incluso, era inadmisible para la reina Cleopatra que las sacaran de Egipto. Por su parte, Aristóteles las bautizó “Los intestinos de la tierra” por los beneficios que dejaban tras su desplazamiento por los suelos. Tiempo después, en 1880, Charles Darwin señaló que la acción regular de estos anélidos en los suelos antecede la función del arado inventado por el ser humano. Sin embargo, solo hasta 1974 se aprovecharon los hábitos de la lombriz roja californiana para fines económicos. En esta oportunidad, un primo del presidente estadounidense Jimmy Carter cultivó lombrices en un ataúd y obtuvo excelentes resultados de este experimento. A partir de entonces, se llevaron a cabo investigaciones para obtener un híbrido que se pudiera criar fácilmente en cautiverio, que fuera resistente a condiciones adversas del medio y que tuviera una gran capacidad reproductiva. El resultado es la lombriz roja californiana, la especie más usada en lombricultura urbana en la actualidad, debido a que es un organismo capaz de transformar en humus un 60% del alimento que consume, no porta ni transmite ningún tipo de enfermedad, soporta un amplio rango de temperaturas y condiciones ambientales, puede multiplicar por 10 el tamaño de su población en un año y su vida se desarrolla principalmente en las capas más superficiales del suelo.
Siendo consecuentes con los hábitos y características de la lombriz roja californiana, un lombricultivo urbano recrea de manera sencilla un modelo a escala del proceso de regeneración natural del suelo. Hacia el año 2012, Pietro Ilich Gómez Mesa, el fundador de la tienda online de jardinería y vivero Sembramos, se puso en la tarea de construir un modelo de lombricultivo urbano con el objetivo de hacerle frente al problema de la disposición de residuos domésticos, buscando simular el proceso natural de reciclaje de nutrientes en el suelo. El sistema resultante también debía acomodarse al estilo de vida actual, caracterizado por la reducción de los espacios de vivienda, el valor estético, sanitario y el ritmo acelerado de la vida citadina. Los lombricultivos desarrollados en Sembramos son, entonces, el resultado de la observación detallada de la naturaleza, el esfuerzo acompañado de aprendizajes, cambios y evolución de los procesos para lograr presentar un modelo eficiente y práctico que cumpla con la misión de hacernos más conscientes y partícipes en la responsabilidad de disponer nuestros residuos de cocina correctamente.
Los lombricultivos de Sembramos tienen un diseño único que logra adaptarse perfectamente a casas, fincas o apartamentos; incluso se puede ubicar tranquilamente en la cocina para así facilitar la disposición de los residuos orgánicos resultantes, además tienen diferentes tamaños para abarcar la capacidad de desechos generados por familias pequeñas, numerosas e incluso oficinas o pequeñas empresas. Su ensamblaje por compartimentos y gracias a su sistema de ventilación independiente en cada uno de los módulos y la Mezcla especial para lombricultivos, fórmula desarrollada también en Sembramos, no genera olores desagradables ni moscas.
Para ilustrar, el SIMPL, uno de los lombricultivos desarrollados en Sembramos, está pensado para procesar los residuos orgánicos generados por familias de 1 a 6 personas. Cada uno de sus cuatro módulos es capaz de procesar hasta 4 kilos de material orgánico por semana, produciendo alrededor de 10 kilos de humus sólido y 3 litros de humus líquido al mes. Esto representa una disminución de 72 m3 de gases de efecto invernadero al año. Adicionalmente, el lombricultivo incluye 1.000 gramos de lombrialimento, que provee energía y estimula la reproducción de las lombrices; tres pie de cría de lombriz roja californiana, cada uno de 1.000 gramos aproximadamente y 10 litros de sustrato especial para lombricultivos y compostadoras, que asegurará que el sistema tenga las propiedades fisicoquímicas de pH, minerales, y la relación de carbono – nitrógeno adecuadas para que el proceso de transformación de desechos orgánicos sea óptimo y no genere malos olores. Esta mezcla está compuesta por fibra de coco, un material permeable y rico en carbono que asegurara un balance de carbono y nitrógeno adecuado; además incluye 85 minerales diferentes que harán que el humus resultante sea altamente mineralizado; por último, esta mezcla está inoculada con microorganismos y esporas de hongos benéficos que acelerarán el proceso de descomposición de la materia.
Una vez se hace la instalación y puesta en marcha del lombricultivo se procede con la alimentación. Es en esta etapa donde se integra la gestión de los residuos orgánicos en la lombricultura, es decir, es la parte práctica en la que somos partícipes de la transformación de desechos domésticos en abono orgánico para las plantas, justificando la implementación de un lombricultivo en casa. Resulta fundamental tomar conciencia de que al momento de alimentar un lombricultivo estamos haciendo parte de un modelo de economía circular, haciendo nuestra experiencia de vida más sostenible en términos ecológicos.
Llegado este momento, es pertinente diferenciar los tipos de residuos orgánicos que existen, formas de descomposición y bajo qué condiciones se genera cada una de ellas. De tal forma es posible optimizar el proceso de transformación de los residuos orgánicos en humus. El material orgánico se puede clasificar de acuerdo a su procedencia, en residuos de origen animal y residuos de origen vegetal. Es ideal que el lombricultivo sea alimentado únicamente con residuos de origen vegetal en su forma cruda (sin procesos de cocción), de esta manera es posible asegurar un proceso de degradación rápido, sin olores indeseados o insectos, además de un pH entre los niveles adecuados para la supervivencia de las lombrices y otros organismos que intervienen en el proceso. El modelo diseñado en Sembramos permite que la descomposición de la materia orgánica se desarrolle en condiciones aeróbicas, es decir, en presencia de oxígeno. Este último aspecto impide la acidificación de la mezcla, la generación de gases de efecto invernadero, y de nuevo, la presencia de olores, producto de la descomposición anaerobia (sin oxígeno).
A partir de la experiencia y larga trayectoria en la lombricultura se concluyen cinco puntos claves para llevar a cabo una alimentación adecuada de las lombrices:
- Antes de iniciar con el proceso de alimentación, es importante asegurarse de que los residuos estén picados finamente. Estos no deben ser más grandes que un huevo de codorniz.
- La alimentación debe hacerse distribuyendo los residuos en forma de “mosaico”, es decir, uno al lado del otro, nunca sobrepuestos. Esto asegurará que los residuos se conserven aireados, favoreciendo procesos de descomposición aeróbica.
- Se deben disponer los residuos en capas que se intercalan con la mezcla especial para lombricultivos, como si se estuviera armando una lasaña. Esto se hace para asegurar el paso de oxígeno entre las capas de residuos y para mantener la estabilidad en la relación carbono-nitrógeno en el sistema, que en resumen, permite un pH cercano a neutro.
- Al finalizar la disposición final de los residuos es conveniente hidratar la mezcla. Para ello se recomienda hacer un riego moderado para mantener los niveles de humedad adecuados y facilitar el desplazamiento de las lombrices por el sistema.
- La última capa debe aislar los residuos vegetales, por eso se recomienda finalizar con una capa de Mezcla para lombricultivos y compostadoras en la superficie, con el objetivo de evitar que algunos insectos como la mosca de la fruta se vean atraídos y pongan huevos en la mezcla.
La alimentación se recomienda hacerse una vez por semana. Para esto, es idóneo picar y congelar los residuos que se vayan generando durante la semana, así se mantienen frescos y sin ningún grado de descomposición.
El proceso para la obtención del humus tarda alrededor de un mes y medio. Cuando la mezcla tenga una apariencia granular uniforme, de coloración marrón oscura y un aroma a tierra húmeda, donde no se distingan los materiales originales dispuestos en el lombricultivo, es el momento de cosechar el humus para posteriormente proceder con la preparación de sustratos, aplicación directa en las plantas o con el almacenamiento en empaques que permitan el intercambio gaseoso, en lugares protegidos del sol y las lluvias.
Al abonar plantas y cultivos con humus sólido de lombriz se rehabilitan gradualmente los suelos que han sido degradados por la utilización de productos químicos, se incrementa el sistema de defensa contra plagas y enfermedades en las plantas, se aumenta el valor nutricional, el sabor y el tamaño de los frutos cosechados, se ahorra entre un 15 y un 25% del agua destinada para el riego por su excelente capacidad de retención de humedad, balancea el pH del suelo, activa procesos biológicos en el sustrato, mejora la estructura del suelo y ofrece a las plantas todos los macro y micronutrientes necesarios para su desarrollo de una forma orgánica y libre de tóxicos.
Por su parte, el humus líquido, otro de los productos de la lombricultura, concentra su valor en la vida microbiana que contiene, pues es el líquido generado a partir de los ciclos de riego del lombricultivo. Se estima que en un mililitro (1 ml) de muestra se presentan hasta dos billones de colonias bacterianas, lo que convierte al humus líquido de lombriz roja californiana en el inoculador líquido de vida de más alta calidad. Cuando se aplica humus líquido a un sustrato, los microorganismos presentes en este lixiviado inician un proceso de colonización y degradación de materiales orgánicos y minerales, permitiendo que las plantas absorban los nutrientes en su forma más simple. Podría decirse, entonces, que el humus líquido “genera alimento”, además de mejorar las propiedades y estructura del suelo. Para asegurar los niveles adecuados de nutrientes asimilables por las plantas en los suelos de cultivo se recomienda hacer siempre las labores de riego con una dilución al 10% de humus líquido en agua.
En cuanto a los parámetros a tener en cuenta en el manejo de un lombricultivo se destacan la humedad, el pH, la luminosidad y la temperatura. En relación con los niveles de humedad, será fácil verificarlos al observar la presencia de humedad condensada en las paredes y tapas del lombricultivo. Por otro lado, el valor de pH neutro se garantizará con la debida utilización de la Mezcla para lombricultivos y en última instancia se aconseja ubicar el lombricultivo en un lugar a la sombra o protegido de los rayos solares directos, en el que se conserve la temperatura ambiente sin mayores alteraciones.
A modo de conclusión, desde Sembramos extendemos una invitación a participar activamente en la disposición y aprovechamiento de residuos orgánicos generados en cada espacio que habitamos. La lombricultura es una alternativa para devolverle a la Tierra tan solo una parte de lo que nos ofrece. A través de ella nos involucramos conscientemente en la cantidad y manejo de desechos que producimos, contribuimos a la recuperación de suelos degradados, aportamos a la disminución de la presión sobre recursos naturales como la tierra negra abonada y el petróleo, usado para la elaboración de fertilizantes sintéticos, fomentamos la relación directa con el medio de cultivo de los alimentos orgánicos que consumimos y, finalmente, minimizamos la dependencia de agroquímicos.
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