El Trébol Blanco “trifolium repens” es de las forrajeras leguminosas más divulgadas, producto de su excelente capacidad productiva y muy buena calidad; asiduamente utilizada en pasturas consociadas en las zonas templadas con suelos de mediana a buena fertilidad. Desarrolla con preferencia en suelos húmedos, arcillosos a francos arcillosos. No tolera salinidad y alcalinidad, en terrenos menos dotados puede establecerse en lotes encharcados.
Su ciclo vegetativo es de otoño a primavera, siendo en esta última estación donde expresa su mayor producción. Si es alcanzado por sequía en verano, interrumpe el crecimiento a finales de diciembre. No obstante con temperaturas y humedad adecuadas su crecimiento, prácticamente no se detiene.
Las pasturas consociadas con trébol blanco son apreciadas por sus tenores energéticos y proteicos. La excelente palatabilidad de esta leguminosa incide favorablemente en la producción ganadera, optimizando la ganancia de peso vivo en relación al ganado alimentado solo con gramíneas.
Destacado resulta su performance frente al pastoreo, a diferencia de otras especies forrajeras, no resulta menoscabada por el pisoteo, debido a que en esa instancia desarrolla su propia autodefensa, como consecuencia de su crecimiento rastrero y estolonífero. Al respecto cabe mencionar que un porcentaje de esos tallos son enterrados por la hacienda; de dichos nudos de esos estolones, brotan nuevas plantas y nacen otras raíces, proceso que adquiere gran importancia en casos de estrés, actuando así como reserva de las primarias.
Con respecto a la faz cuantitativa de oferta de forraje no hay mayor diferencia entre la pastura de gramíneas solamente, a las combinadas con trébol blanco. La diferencia radica en el aspecto cualitativo, y fundamentalmente en el aporte de nitrógeno (aproximadamente 200 Kg por hectárea y por año). Importante es destacar que para que efectivamente se produzca la incorporación de nitrógeno, no debe soslayarse la inoculación de la semilla, correspondiendo el tratamiento con cepas específicas para la especie.
Combina óptimamente con el rye grass perenne. En praderas con base Alfalfa, una pequeña dosis de trifolium repens, su porte postrado cubre muy bien los espacios, haciendo una especie de tapiz, restándole posibilidades a la aparición de malezas.
Una buena variante es la de mezclar en la siembra cultivares de trébol blanco, el contar con distintas características puede ofrecernos la posibilidad de prolongar tan buen recurso durante más tiempo, entre otros beneficios.
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